La alquimia describe la facultad de transformar una sustancia o materia en otra distinta. No bastante es la predecesora de la ciencia química actual al relacionarse con los procesos químicos, pero el significado que perdura hoy día es el del sentido más metafísico, el que abarca el desarrollo del crecimiento interior.
Desde la antigüedad la Alquimia se considera una ciencia espiritual y se basa en el poder que tiene el pensamiento para influenciar o incidir sobre el medio en que se actúa, en la realidad cotidiana.
La Alquimia Interior
La alquimia permite desarrollar una mente mágica con la fuerza del espíritu, seleccionando y entrenando los pensamientos para que estos moldeen a voluntad las circunstancias. Existen algunas fórmulas sencillas para la alquimia interior:
- Seleccionar voluntariamente los pensamientos para mantener limpios los canales de expresión y recepción.
- Mantener pensamientos compasivos y empáticos para estar conectado con todo lo que te rodea,
- Mantener la paz del espíritu para poder desarrollar la intuición
- Enfocar la atención en un objetivo sin perseguirlo obsesivamente
- Ser paciente con la obtención de los resultados
- Los pensamientos de amor y de paz son los más efectivos.
La alquimia tenía tres objetivos básicos:
- Conseguir la piedra filosofal: no tenía que ser una piedra o una sustancia pétrea, sino mas bien se trataba de unos polvos finos que se creían que echando dichos polvos sobre un metal, se transmutaba y se convertía en oro.
- El elixir de la vida: una sustancia capaz de evitar la corrupción de la materia.
- La consecución de la gran obra: su objetivo era elevar al propio alquimista a un estado superior de la naturaleza y convertirlo en algo más.
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